Y hay quien dice que son más. Hoy hablaremos de estos 4, de su integración y cuidado depende nuestro equilibrio interno.
Cuerpo Físico. El cuerpo que se ve. Nuestro templo. La casa donde vivimos. Tiene 3 aspectos esenciales para su buen funcionamiento: dormir bien, comer saludablemente, y movimiento. Es la máquina con la ingenieria más perfecta que veremos jamás. Está formado por huesos, órganos, sangre, agua, músculos, etc.. Es el cuerpo que podemos tocar, sentir, alberga nuestros sentidos; la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto. A través de ellos experimentamos la realidad. Su elemento es la Tierra, nos ancla a ella. A la madre.
Cuerpo Emocional. Este cuerpo no lo podemos ver, no tiene un lugar en el cuerpo físico donde encontrarlo. Aunque todas nuestras emociones se reflejan en el cuerpo físico. Si estamos tristes, nuestra emoción pone a trabajar el cuerpo físico y lloramos, si ponemos una sonrisa en nuestra boca, la alegría comienza a sentirse en nuestro cuerpo. Si por el contrario reprimimos nuestras emociones, estas se manifestarán tarde o temprano como enfermedades en el cuerpo físico. Su elemento es el Agua, cuando todo fluye me siento bien, cuando retengo mis emociones estas brotan y hacen mella y presencia en mi cuerpo físico.
Cuerpo Mental. Dirigida por la mente y esta albergada en el cerebro. Ahí se forman y residen nuestros pensamientos. Es el mundo de lasa ideas, de la creatividad, del raciocinio, bien utilizada es maravillosa, aunque también nuestra mente nos enferma. Nuestros pensamientos pueden ser de muchos tipos, positivos, negativos, repetitivos, incisivos, grandes, pequeños. Nuestra mente se alimenta de creencias , algunas muy viejas o falsas, que tenemos que actualizar y poner en verdad continuamente. Nuestra mente crece y evoluciona, cuanto más la abrimos, más entendemos, más cambiamos, y mejor nos encontramos. La compasión por mi (el quererme bien) y por los demás, nace del entendimiento. Su elemento es el Aire.
Cuerpo Espiritual. También vinculado al Cuerpo Energético. ¿Qué es? Ir hacia dentro. La conexión con el TODO. Sentarte en silencio contigo, estar pendiente de la entrada y salida de aire de tu cuerpo, de la Respiracion, te lleva a esa conexión mágica y a cambios muy beneficiosos en tu cerebro -probado en diversos estudios científicos-. Y ¿qué puede ser esa conexión maravillosa?, pues sí, es la conexión con tu SER, con tu ESENCIA, con lo que tu eres, con esa parte inalterable de ti que puedes reconocer en tu fuero interno y que siempre está ahí para ti. Su elemento es el Fuego.